Durante el desarrollo de la segunda Guerra Mundial, México pasó a ser un territorio de interés para Alemania, y para Estados Unidos, naciones que se volverían adversarias en el momento en que la aviación japonesa atacara Pearl Harbor. Al enterarse de esta noticia, el expresidente Lázaro Cárdenas, se puso a disposición del presidente Manuel Ávila Camacho para reintegrarse al servicio de la nación y, nuevamente librar grandes batallas contra los altos mandos del ejército de Estados Unidos y diversos funcionarios mexicanos con el objetivo de no ceder ni un ápice de soberanía del país.